Casi todas las personas cuentan con los 5 sentidos físicos: El tacto, la audición, el gusto, el olfato y la vista. El pequeño Johny además, tenía bien desarrollados algunos sentidos espirituales como ser: podía sentir olor al miedo o al enojo y la paz; si su mamá tenía un mal día, aunque él estuviera en la escuela y ella en el trabajo, podía sentir su intranquilidad también; y cuando alguien le decía algo que no tenía relación directa con la verdad reía divertido como si le estuvieran contando un chiste.
Jonhy era sumamente inteligente e instruido para su corta edad. Fue criado solo por su madre y principalmente motivado por su aguda curiosidad siempre se dedicó a saldar todas las dudas que en su inocente cabecita despertaban, por medio del tablet (antiguo para su gusto) que le regaló su abuela cuando cumplió los 7 años. Tenía el sueño de ser astronauta, para poder ver la tierra desde el cielo, y flotar en el espacio. Siempre fue un chico bastante solitario e incomprendido a pesar de su empatía y solidaridad hacia los otros, tal vez por eso mismo era burlado por sus crueles compañeritos.
Para no querer ir clases tenía ademas otras muchas razones que no vienen a cuento. Todas las mañanas su madre tenía que rezongar y renegar desde que sonaba el despertador un rato antes de que salga el sol, hasta la hora de ir a esperar el cole que lo buscaba en la esquina para ir a la escuela. Pero esta mañana fue distinta, no porque haya sido todo fácil, rápido y fluido, sino todo lo contrario, esa mañana fue una verdadera lucha hacerlo vestir y alistarlo para salir, y una vez afuera lo tuvo que subir arrastrando al cole mientras el niño lloraba gritando que no quería ir. La verdad que no sabía la terrible masacre que estaba a punto de suceder, pero tenía una sensación horrible que lo hacia implorar por quedarse en la casa. Fueron hermosas las palabras que le dedicó esa mamá a su hijo para calmarlo y hacerlo que vaya tranquilo mientras todavía sollozaba. Tal ves si habría sabido que eran las últimas que le diría habrían sido las mismas palabras cargadas de amor maternal.
Ya en la escuela, con el acto y entrega de los certificados de honor se le pasó la angustia, pero cuando estaba sentado en el aula, escribiendo la fecha en el cuadernito, un fuerte dolor le oprimió el pecho, alcanzó a ver como ese chico grande se metía al aula sacando un arma enorme de las que Johny solo había visto en películas y vídeo juegos. Con un tremendo olor a adrenalina mezclado a fuegos artificiales, mientras aparecía ese aturdidor zumbido en sus oídos, el chico empezó a disparar.
Es raro como casi todas las personas le temen a la muerte, en nuestro paso por la vida es una de las pocas cosas que con certeza sabemos que van a pasar. Tal vez sea por lo que dice la iglesia, o tal vez solo por la incertidumbre de no saber como sigue.
Para el pequeño Johny ver como en frente suyo la blanca pizarra se pintaba de rojo con la sangre de su maestra que caía muerta al suelo, significó el mayor trauma de su vida. La única que reaccionó fue la bella Reby, que trató de salir corriendo por la puerta donde estaba parado el asesino que la masacró sin dudar. Los gritos no se hicieron esperar y en segundos el suelo estaba convertido en un reguero de sangre.
Cuando las balas atravesaron el delicado cuerpito del pequeño Johny no fue tanto el dolor que sintió como sí la tristeza de saber el desconsuelo con que lo llorarían su mamá y su abuela. Su muerte fue rápida, antes de caer al suelo ya podía ver desde el cielo raso como su propia cabeza reventada salpicaba los cadáveres de sus compañeritos.
Fue Gabriel, su guía espiritual quien lo sacó de ahí alumbrándole el camino al cielo. Durante el viaje (que duró solo un instante) el pequeño Johny se voltió a ver, y notó que su sueño estaba cumplido. Allí estaba, flotando en el espacio viendo la tierra desde arriba, entonces recordó quien era, y porque estaba ahí: elle (pues acababa de dejar atrás su género binario) es un@ de les miles de Voluntari@s Cósmic@s que eligieron encarnar en la tierra para así ayudarla elevando su nivel vibracional.
Una vez cruzadas las puertas del paraíso, todavía encandilad@ por los hermosos brillos y colores de las espectaculares estructuras celestiales, recibió una emotiva bienvenida de su clan álmico, que para su sorpresa estaban muy felices por elle y de tenerle allí, pues su misión estaba completa. Ya quitado el velo del olvido pudo seguir recordando: en el contrato que había firmado elle se había comprometido a adquirir conocimientos, amar a su madre y a su abuela, perdonar a todas esas personas que se burlen de su elevada conciencia y morir en esa masacre para así ayudar a su mamá en su despertar espiritual.
En ese mismo momento decidió hacer una extensión del contrato con el alma de su madre, para así acompañarla y guiarla con todos los medios al alcance de un alma desencarnada.
En su velorio, cuando la mamá bañada en lágrimas se acercó a abrazar el pequeño cajón cerrado pudo sentir con claridad el cálido abrazo de su hijo, acompañado de la dulce y tierna vocecita que le dijo: -"Estoy bien mami, era mi destino elegido, y siempre voy a estar junto a ti". Entonces esa madre pudo sentir la paz trasmitida desde el cielo y en un profundo suspiro se le dibujo una leve sonrisa en el rostro. Había recordado que la vida continúa y el sentido de vivirla.